Waldi, la primera mascota oficial de unos Juegos Olímpicos,diseñada por Elena Winschermann y Otl Aicher.Fuente: Web Olympics.com
Desde el 26 de agosto hasta el 11 de septiembre se celebraron en Munich los Juegos Olímpicos de la XX Olimpiada, que contaron con unas instalaciones excepcionales situadas principalmente en el Parque Olímpico de Múnich (Olympiapark). Trascendieron estos juegos por un nadador de talla colosal como fue Mark Spitz, que estableció un récord que tardó años en batirse al conseguir siete medallas de oro con siete récords mundiales en las diferentes pruebas individuales y de equipos en que participó.
A continuación reflejamos la memoria de aquellos juegos que ha conservado y quiere compartir el colaborador de este blog, Toni Comas:
"El 1972 fue uno de los años más importantes de mi vida, un año lleno de esperanzas, ilusiones, decepciones, frustraciones, alegrías y decisiones que posteriormente fueron decisivas en muchos aspectos y en medio de todo ello los JJOO de Munich: los últimos en plena libertad, sin controles policiales / militares y con un ambiente festivo y de hermandad entre los participantes, voluntarios y toda la familia olímpica como no ha habido ningún otro.
Cabe decir que mi objetivo, como jugador de waterpolo preseleccionado para los Juegos era el de ir como integrante del equipo, y de aquí lo de las ilusiones y esperanzas. Viví la parte dura del proceso y vino la gran decepción: no fui elegido por el seleccionador y, aunque era una posibilidad aceptable, la gran frustración me vino por la manera como se produjo... pero esta es otra historia que algún día ya os contaré.
Al no estar entre los seleccionados del equipo de waterpolo y como mi hermano si que lo fue en el equipo de natación, tenía la excusa perfecta para ir y me animé a hacerlo con dos compañeros del club: Carles Sánchez y Marc Carrizo, este último desgraciadamente traspasado unos años más tarde.
El viaje lo hicimos con el coche del padre de Carles, un Renault 6 creo recordar, y nos fuimos turnando él y yo para conducir los 1.600 kilómetros que había hasta la capital bávara. Una vez allí nos instalamos en un camping en las afueras de la ciudad y nos encontramos con nuestro entrenador, Josep Brascó, el malogrado Jaume Monzó y Jordi Flaqué, ex nadador y jugador de waterpolo del Cataluña y en aquel momento entrenador de waterpolo, también coincidimos con Josep Altimis, del mismo CN Cataluña.
Evidentemente no teníamos entradas para las competiciones y mucho menos la posibilidad de entrar en la Villa Olímpica, afortunadamente lo teníamos todo algo planeado y por lo que refiere al resto improvisaríamos. En primer lugar teníamos que encontrar la manera de entrar en la Villa Olímpica y lo queríamos conseguir haciéndonos pasar por participantes, a tal fín nos habíamos llevado ropa de la selección española: chándals, sudaderas, polos y camisetas; pero no teníamos acreditaciones de ningún tipo.
Carles Sánchez, Toni Comas, Marc Carrizo y Josep Altimis en el camping de Munich.
Detrás el vehículo Renault 6 del padre de Carles.
Fuente: Archivo CSP. Ft. SI
Primeramente lo intentamos por la entrada principal haciéndonos los despistados, pero no coló, y aunque no había control policial nos pararon en el control de acreditaciones; por mi hermano y otros compañeros de selección sabíamos que una vez dentro de la Villa ya no había ningún otro tipo de control, salvo para acceder al comedor de participantes, ahora el objetivo era entrar en la Villa y encontramos la manera: justo detrás de la Villa había algunos campos de entrenamiento de diferentes deportes, era un acceso por el que sólo pasaban los que iban a practicar sus respectivos deportes y la vigilancia estaba bastante mas relajada. De modo que cada mañana, bien temprano, y con Brascó uniformado de oficial de la FINA, Jordi Flaqué haciendo la tarea de entrenador y nosotros bien equipados como deportistas volvíamos de hacer el 'entrenamiento' del día y entrábamos corriendo, saludando a los voluntarios que vigilaban y no sólo no nos pidieron nunca la acreditación sino que con el paso de los días se atrevieron a solicitarnos que los firmásemos programas o pósters de los Juegos: primer objetivo alcanzado.
Una vez dentro de la Villa teníamos libre circulación y acceso a todos los servicios de los participantes excepto al comedor. El primer día los compañeros de la selección nos sacaban 'bocatas', fruta y bebidas; pero estábamos en Alemania y aprovechándonos de que son un poco cabezas cuadradas, observamos que controlaban la entrada al comedor pero no la salida. Los aseos del comedor se encontraban justo al salir de éste y los que estaban dentro salían y volvían a entrar por la misma puerta sin ningún control; así que ya encontramos la solución: cada día íbamos a los servicios y desde allí entrábamos al comedor por la salida, donde nadie nos dijo nunca nada... había un voluntario vigilando pero al ir uniformados no comprobaba nada, por lo que pudimois comer gratuitamente muchos días.
Villa Olímpica de los Juegos de Munich.
Fuente: Wikipedia. Ft. Douglas Whitake
Quedaba otro objetivo para cumplir, el de poder ir a ver las competiciones y partidos en directo y para ello recurrimos a un truco muy viejo: uno de los participantes de nuestro equipo salía con un par o tres de acreditaciones de los que ya estaban dentro, el peligro era la fotografía, así que entrábamos juntos con las acreditaciones bien visibles... todos menos el que tenia la correcta que la llevaba escondida por dentro del chándal, lógicamente lo paraban a él, que se hacía el 'tonto' unos segundos mientras entrábamos los demás, después enseñaba la acreditación que era totalmente legal y se acabó el problema...
Cuando volvíamos de Munich paramos a repostar gasolina y allí supimos que el grupo terrorista 'Septiembre Negro' había entrado en la Villa Olímpica haciéndose pasar por deportistas y habían cogido rehenes de la delegación israelí (*). Por la experiencia que habíamos tenido no nos extrañó nada que lo consiguieran, aquel luctuoso hecho fue un golpe muy duro para el movimiento olímpico y significó el final de los Juegos como los habíamos conocido hasta entonces; en los de Montreal 76 había controles militares en todas partes: en todos los accesos y por las calles, las libertades de los deportistas y del público en general ya estaban mucho más restringidas".
Toni Comas
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