Sin embargo, antes...
El 17 de octubre de 1986, en la sede del Comité Olímpico Internacional (CIO), su presidente Juan Antonio Samaranch leía el comunicado con la designación de la ciudad escogida para ser sede de los Juegos de la XXV Olimpiada:
"En ma qualité de président j'ai l'honneur de vous annoncer que le Comité International Olympique, réuni en session plénière à Lausanne, a confié l'organisation des Jeux de la vingt-cinquième Olympiade mille neuf cent quatre-vingt-douze a la ville de ... en des moments... a la ville de 'Barsalona' ". (*)
Han pasado casi treinta y seis años y los que entonces teníamos una edad a menudo recordamos con precisión la fecha y el lugar donde estábamos cuando saltó la noticia... por fin Barcelona había conseguido su sueño olímpico, tantas veces fallido !.
Primera celebración en Lausana: ___, Rubert de Ventós, Maragall, Dalmau, Vallverdú,
Serra , ___ y Truñó después de conocer el comunicado del CIO.
Fuente: Agencia EFE. Ft. Julián Martín
Siguieron unos años de trabajos, obras y transformaciones urbanas; soportadas mayoritariamente por la ciudadanía con una mezcla de orgullo y sentimiento de pertenencia al nuevo hito común. Acercándose el día de la inauguración de los juegos el propio Pasqual Maragall, en la introducción de uno de los informes hechos por el Comité Organizador Olímpico de Barcelona 92 (COOB 92), escribía a modo de saludo:
Mensaje de Pasqual Maragall en el 'Official Report of the Games
of the XXV Olimpiad. Volume I', Barcelona 1992.
Fuente: 'LA84 Foundation Digital Library'
Una ceremonia inaugural diferente...
Si hay alguna afirmación sobre los Juegos de Barcelona en que prácticamente todo el mundo está de acuerdo es la de que las ceremonias de inauguración y clausura marcaron un punto y aparte; ha habido un antes de Barcelona 92 y un después.
La clave radica en que anteriormente estos actos se centraban en la elaboración de imágenes sucesivas alegóricas a particularidades de la cultura local, de aire casi gimnástico y de disciplina con regusto militar. Cuando la Comisión permanente del COOB 92 se preguntó cómo debía plantearse este problema enseguida estuvieron de acuerdo en que las ceremonias de Barcelona debían distinguirse por la creatividad, el atrevimiento y la innovación.
Al concurso propuesto por la organización se presentaron diferentes empresas, quedando finalistas con la máxima puntuación tres de ellas: Ovideo, Bassat y Sport. Ante la dificultad para designar a una sola al Consejero delegado, Josep Miquel Abad optó por una solución contundente y radical. En palabras de Lluís Bassat:
"Josep Miquel Abad nos llamó a Pepo Sol de Ovideo ya mí, nos encerró en su despacho con llave, se la puso en el bolsillo y dijo: 'De aquí no sale nadie si no hay un acuerdo. Según el jurado, tenéis tres 10 cada uno de vosotros, hace tres convocatorias que empatáis, y no queremos perder ninguno de los tres 10. Por lo tanto teneis que asociaros'. Y, bueno, nos asociamos".
El resultado fue la creación de la empresa Ovideo-Bassat-Sport S.A. - en la que el COOB tenía una participación simbólica del 2% - encargada de la organización de las ceremonias de los Juegos de Barcelona. El número de personas que llegaron a intervenir fue muy numeroso, como también fueron numerosas las horas de ensayos empleadas por las decenas de actores y los centenares de voluntarios que formaron el elenco, en el caso que ahora nos ocupa, de la ceremonia inaugural.
A su vez se proponían encontrar un delicado equilibrio para que sin renunciar a mostrar las principales características de la identidad catalana - lengua, tradiciones, cultura -, se consiguiera vincularla con la del resto de las de España, de Europa y de la Mediterránea. En palabras recientes del que fue su director artístico, Manuel Huerga, en declaraciones hechas a VilaWeb:
"Se dice que marca un antes y un después porque propusimos un concepto narrativo. Teníamos un 'briefing' que nos obligaba a explicar que éramos Barcelona, Cataluña, España, Europa y el Mediterráneo. Todo esto debía ligarse, para que no fuera una sucesión de cuadros. Tuvimos que buscar a un experto en mitología. La Fura ya tenía la idea de Hércules, que según la leyenda funda Barcino".
Y, en efecto, la participación de la compañía de La Fura dels Baus fue una pieza clave del proyecto. La Fura se encargó de la parte más teatral de la ceremonia, que ocuparía su tramo central.
El acto había dado comienzo a las ocho en punto de la tarde del 25 de julio. Y después de la cuenta atrás y de empezar a sonar la música de Carles Santos, aparecen sobre la lona azul que cubría el terreno de juego del estadio - representando el cielo y el mediterráneo a la vez - cientos de voluntarios simulando un tapiz de flores que se va moviendo y bailando hasta formar la palabra de bienvenida: 'HOLA' en medio del estadio. A su vez el público refuerza hasta ocho veces la bienvenida clamando al unísono este 'Hola'. Suena de fondo la 'Barcelona' de Freddie Mercury, cantada por él mismo y por Montserrat Caballé.
Primer gran impacto para los 3.500 millones de personas de todo el mundo que contemplan el espectáculo por televisión.
'HOLA' gigante formado por los voluntarios y coreado por el
público que llenaba hasta los topes el Estadio Olímpico. (**)
Fuente: Barcelona Olímpica
La pieza central consistió en el espectáculo de la Fura dels Baus. La historia de Hercules, el legendario fundador de los Juegos de la antigüedad y también de la ciudad de Barcino, y su paso por Hispania con la llegada a las columnas del fin del mundo y la creación del mar Mediterráneo, el mar olímpico y el mar de la civilización. La música que acompañó a esta rompedora puesta en escena fue compuesta por el prestigioso músico japonés Ryuichi Sakamoto (1952), que en 1987 había ganado el Oscar por la banda sonora de 'El último Emperador', de Bernardo Bertolucci. La figura del gigante Hercules, es acompañada de voluntarios que forman el sol y otras figuras, y debe luchar contra diferentes adversidades y enemigos, hasta que llega a las columnas que marcan el fin del mundo conocido, y las abre para que el mar pueda progresar hacia el oriente creando el Mediterráneo y, más adelante, Barcino.
Diferentes momentos del espectáculo de la Fura:
Arriba. Entrada de Hercules y detalles de su imagen
En medio. Hercules rodeado del sol
Debajo. Encima del escenario y contemplando el Mediterráneo
Fuente: Web de La Fura dels Baus
Como representación de los cientos de voluntarios que conformaron las ondas del Mediterráneo reproducimos la emocionada narración de una de ellas, Anna Soler, publicadas en el diario 'El Periódico' el 6 de junio de 2017:
"Aún guardo el calendario de ensayos, tengo el casco que llevábamos en ese mar azul, las pulseras identificativas, y unas cuantas fotos. El penúltimo ensayo no salió bien. Entrar en el Estadio olímpico con las olas era toda una aventura. Teníamos que correr y pasar entre las columnas de los pasillos levantando un brazo porque sino chocábamos... Y pasó también el día del ensayo general... y eso quería decir que entonces todos los de atrás tropezábamos y quedaba fatal. Qué nervios. Pero llegó el día y todo salió bien.
Emocionante es poco. Aquella música del Ryuichi Sakamoto la tengo grabada en el recuerdo. Y cada vez que la oigo se me pone la piel de gallina. Cuando terminamos todo era reír, refrescarnos con agua del calor que pasamos y, llenos de orgullo y con la ciudad más bonita que nunca, fuimos a casa a terminar de ver la gran ceremonia de nuestros juegos en los que éramos una 'ola' de ese mágico 25 de julio".
La ceremonia continuó con el desfile de los atletas de los 169 países participantes; la entrada de la bandera olímpica, portada por dos voluntarios y cuatro atletas - uno de ellos en Manel Ibern Alcalde, 'Lolo' -; así como con el encendido del pebetero.
Este último acto volvió a suponer una ruptura respecto a anteriores ceremonias, José Antonio San Epifanio 'Epi' había recogido la antorcha en la entrada del estadio para hacer el último relevo y pasarla al arquero paralímpico, Antonio Rebollo, quien mediante el lanzamiento de una flecha encendió el pebetero situado a notable distancia de donde debía quedar la llama olímpica iluminando las jornadas de los Juegos de la XXV Olimpiada.
El 13 de junio de 1992 una joven actriz de 15 años, Marian Aguilera, desembarcaba en Empúries siendo portadora del estuche de seguridad en el que viajaba la llama olímpica (***).
Antonio Rebollo en el momento de lanzar la llama olímpica hacia el pebetero
Fuente: Archivo JCE. Imágenes de la emisión de RTVE
Los últimos actos de la ceremonia inaugural correspondieron a los discursos oficiales ya los juramentos olímpicos El de los atletas, que fue realizado por el regatista Luís Doreste Blanco; y el de los jueces, realizado por el árbitro catalán de waterpolo Eugeni Asencio Aguirre.
Para la retransmisión se previó la instalación de hasta 110 cámaras de televisión en el estadio, 75 correspondientes a la RTO 92 - televisión oficial de los juegos y proveedora de la señal internacional - y las 45 restantes de otras televisiones para facilitar su personalización.
Pasados estos treinta años distintos implicados en el diseño y la producción de la ceremonia destacan algunos hechos complementarios:
- Como muestra del cambio de escala que representaron las ceremonias inaugural y de clausura de Barcelona 92, ya para siempre los sucesivos organizadores de los posteriores Juegos Olímpicos han encargado estos actos a directores y productores de cine y/o publicidad.
- Ya no se trata de unos actos pensados para públicos locales o para los asistentes al estadio de turno. A partir de Barcelona 92 pasan a ser espectáculos televisivos globales, pensados para su difusión de alcance mundial y marcados por el desarrollo exponencial de las tecnologías visuales y digitales.
- La única carencia de los actos de Barcelona fue que fueron realizados y comentados, televisimamente hablando, por especialistas en el mundo del deporte; por lo que parte de la visión global y de la intención de los productores no se llegó a 'ver' suficientemente reflejada en la imagen y los comentarios, especialmente en el caso de la ceremonia inaugural.
Después de poco más de 190 minutos de retransmisión, la inconfundible y añorada voz de Constantino Romero (1947-2013) daba por finalizada la ceremonia. Aquel primer día de los juegos había sido para los organizadores y voluntarios una montaña rusa de nervios, inquietudes y alegrías; con la incomodidad de algunas deficiencias, especialmente en la logística de los transportes.
Pero el cierre de la jornada en el Estadi Olímpic había afianzado en todos ellos la seguridad de que los Juegos de Barcelona 92 estaban bien encarrilados y que a su fin quedaría el regusto del trabajo bien hecho y del éxito para el ciudad.
Josep Castellví